20 abril, 2024

Muy cerca del pueblo Dargavs, oculta en el valle del río Midagrabidón, en el Cáucaso norte, se encuentra una antigua necrópolis conocida entre los lugareños como “la ciudad de los muertos”. Casi un centenar de bóvedas funerarias familiares que se remontan al siglo XIV constituyen una representación emblemática de la arquitectura oseta.

Este remoto lugar está muy relacionado con la devastadora epidemia que afectó fuertemente a los habitantes de las montañas entre los siglos XVIII y XIX y que aún se mantiene muy grabada en la memoria colectiva de los osetas. La peste se cobró la vida de decenas de miles de personas interrumpiendo linajes enteros. Como resultado, la población de Osetia disminuyó de 200.000 habitantes a fines del siglo XVIII a tan solo 16.000 a mediados del siglo XIX. Los osetas como nación estuvieron al borde de la extinción.

Cuenta la leyenda que las criptas de Dargavs fueron utilizadas entonces como lugar de destierro voluntario de los enfermos, que se asentaban en el lugar para no poner en riesgo la vida de sus familiares. Muchos encontraron ahí su muerte. Muy pocos lograron regresar.

No puedo evitar recordar el mítico río Aqueronte, a través del que en la mitología griega Caronte llevaba las almas de los recién fallecidos hasta el reino subterráneo. Tal vez exista alguna conexión entre estos antiguos mitos y los entierros en las criptas de la “ciudad de los muertos”

 

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