Por David Gustavo López
CANDANEDO DE BOÑAR
Candanedo de Boñar, a orillas del río Porma,es una pequeña localidad perteneciente al municipio de Vegaquemada, en la provincia de León. Se halla situado en una pequeña y estrecha vega,a la que bordean cadenas de montes que descienden de la Cordillera Cantábrica y que aquí apenas superan los 1.150 metros de altitud, lo cual supone entre 100 y 200 metros por encima de la cota del pueblo.
Está documentado que el lugar, cuyo nombre era Kandaneto, fue donado por nobles de la zona al no lejano monasterio de San Pedro de Eslonza en el año 1017, permaneciendo bajo su dependencia durante varios siglos.
LA CURIOSA IGLESIA DE SAN VICENTE
La iglesia parroquial del pueblo es una de esas maravillas que nunca han sido objeto de estudios en profundidad y a la que, fuera de quienes la han estudiado (1), tampoco se le ha otorgado la importancia que realmente tiene. Se trata de un pequeño edificio, de una sola nave, con cabecera algo más estrecha y de menor altura, separada de la nave mediante un arco triunfal apoyado sobre sendas columnas con grandes capiteles decorados con figuras rudas de cuadrúpedos, tal vez carneros, y otros elementos abstractos propios del siglo XI, lo mismo que ocurre en la portada de acceso, dotada con doble arco de medio punto que apoya sobre dos columnas con capiteles que rudamente representan escenas de caza y luchas entre hombres y animales que parecen leones.
A los pocos especialistas que se han detenido en el estudio de este templo les han llamado la atención los canecillos del alero, adornados conseres humanos y cabezas de bóvidos.
Una inscripción existente sobre un ventanuco tetrafoliado situado en la parte alta del testeronos indica que el templo fue consagrado por el abad Facundo-probablemente del monasterio de Eslonza, al cual ya dijimos que perteneció este lugar- y que está dedicado al mártir San Vicente, patrono de la actual parroquia. Tanto la inscripción como la morfología del edificio ha permitido clasificar a este templo como un notable ejemplar del románico primitivo con acusado carácter rural.
UNA PIEDRA DISTINTA A LAS DEMÁS
En la fachada meridional, del lado de la cabecera, existe una piedra semicamuflada entre el aparejo careado del muro, del que parece formar parte. Sin embargo, observamos que se trata de un microconglomerado que ni por tipo de roca,forma ni color es igual que el resto, pues, aparte de tener un tamaño superior al de las otras piedras, posee una geometría ligeramente elíptico-trapezoidal, con el eje mayor orientado en sentido vertical, si bien ambos extremos están cortados por sendas rectas paralelas que constituyen sus bases. El eje mayor tiene una longitud de 36 cm,y 31 cm. el menor (en punto medio). La coloración también es distinta a la del resto del aparejo, presentando un tono algo grisáceo que, no obstante, pudiera ser debido a alguna acción orgánica sobre la piedra original.
Pero, lo que más llama la atención de esta piedra es el dibujo de tipo esquemático grabado sobre ella:siete surcos paralelos entre sí y a las bases, casi equidistantes entre ellos, que dividen la elipse en ocho calles o pisos, sin que se observen, tal vez por la erosión, delimitaciones externas verticales ni marco que rodee al conjunto. Además, un poco desplazado hacia abajo del centro de la tercera línea, hay un hoyo o cazoleta, bien definido, cuya profundidadno es posible determinar por hallarse retacado con un pegote de masa de cal.
El grabado de los surcos parece estar hecho mediante técnica de grabado inciso con surco en U y trazo simple, aunque se observan algunas percusiones que bien pudieran deberse a un somero repiqueteado para ayudar al grabado de los trazos o bien formar parte del conjunto de hoyuelos que se distribuyen por la superficie de la zona grabada.
Sin poder asegurar nada, por causa de la erosión de la superficie, en algunas calles o pisos, especialmente en las superiores, parecen observarse líneas onduladas, formando enes, cortas y heterogéneamente distribuidas. Tal dibujo, por otra parte, no resulta extraño, ya que es frecuente en este tipo de esquemas, según veremos al estudiar paralelismos.
Por hallarse incrustado en el muro, no sabemos si también existirán grabados en su cara posterior, aunque por los paralelismos que presentamos a continuación, parece improbable.
PARALELISMO CON GRABADOS DE OTROS LUGARES
Todo lo expuesto nos recuerda, aunque éste de Candanedo sea de tamaño menor que la mayoría, a ciertos ídolos de influencia atlántica, tales como Collado de Sejos (I y II), Hoyo de la Gándara y Peñalaveja (los cuatro en Cantabria), Peña Tú (Asturias), Tabuyo del Monte (León) y Outeiro do Corno (La Coruña).
Los hallados en el Collado de Sejos, cerca de la cabecera de los ríos cántabros Nansa y Saja, son rocas de arenisca que formaban parte de un crómlech o, en opinión de otros investigadores, eran ortostatosde un dolmen. El primero de ellos, conocido como “Sejos I”, tiene un metro de longitud, aproximadamente, y remata en arco por la parte superior. Su interior se divide en varias zonas superpuestas, con una o dos cazoletas dentro de cada una. El ídolo denominado “Sejos II” es similar al anterior, pero está dividido en cinco pisos o calles horizontales adornados con series de zig-zags, a los que remata otro con el lado superior arqueado (posible esquematización de la cabeza del antropomorfo al que pudiera representar todo el conjunto).Además, a su derecha, tiene grabado un puñal o espada corta de hoja triangular ancha y mango recto que ha permitido datarlo en los principios de la Edad del Bronce (1800 a. C.). No cabe duda de que las calles mencionadas otorgan a “Sejos II” bastante similitud con el de Candanedo.
El tercero de los supuestos ídolos hallados en Cantabria, es conocido como “Hoyo de la Gándara” por haber sido hallado en este paraje del término de San Sebastián de Garabandal. Por una de sus caras presenta un grabado de diseño casi cuadrado (105 x 95 cm), el cual está dividido en nueve calles o pisos mediante trazos que siguen la laminación de la roca, en cuyo interior se desarrollan líneas en zigzag. Estas calles están rematadas por un décimo piso o “cabeza” con el lado superior arqueado, y todo ello inscrito en un cuadrado de aparente doble trazo (2). Aunque carece de arma, mantiene cierta similitud con “Sejos II”.
En Cantabria aún existe otro grupo de ídolos, vinculados al bosque Hijedo, en Campoo de Enmedio, grabados sobre la roca a modo de petroglifos, cuya división en calles, remate superior arqueado y existencia de un solo ojo les confiere gran parecido con el de Candanedo, uno de ellos, el llamado ídolo de Peñalaveja (3), posee seis calles y tiene asociada una cazoleta en su parte superior derecha. Sus dimensiones son también reducidas: 26 cm de alto por 16 de ancho.
A diferencia de los anteriores, el ídolo asturiano de Peña Tú,
El denominado “ídolo de Tabuyo”-probablemente represente a un jefe tribal deificado-, está grabado sobre una gran laja de esquisto encontrada en la localidad leonesa de Tabuyo del Monte, hallándose actualmente en el Museo de León. Mantiene gran similitud con todos los anteriores, aunque es algo más pequeño (la figura tiene unos 75 cm. de altura). Su cuerpo, delimitado por una doble línea, está dividido en seis calles, en dos de las cuales, más anchas que las otras, se desarrollan las típicas líneas en zigzag. Existe un séptimo piso de forma semicircular que lo remata a modo de cabeza, horadado con doce pequeñas cazoletas u hoyuelos de diámetros irregulares. Como detalle distintivo de los demás ídolos, este de Tabuyo se ve acompañado por un puñal de lengüeta en su lado izquierdo y una alabarda de hoja triangular vinculada con la cultura de Argar en el derecho, todo lo cual, como en los casos anteriores, nos remite a finales del Calcolítico o principios de la Edad del Bronce (5).
Todavía existe otro ídolo, en este caso catalogado entre los petroglifos de Outeiro do Corno, en la aldea de Cornide, municipio de Teo (La Coruña), grabado sobre un afloramiento granítico donde existen otros grupos de figuras. De todos los reseñados hasta aquí, si exceptuamos el cántabro de Peñalaveja, éste es el más pequeño, pues tiene una forma prácticamente cuadrada de 68 cm. de lado. Como los anteriores, también está dividido en siete calles, conformadas poruna línea en zigzag, a modo de serpiente, e inscritas en una doble línea que dibuja el perímetro del conjunto y cuya parte superior está ocupada por una alineación se seis círculos pequeños. A su lado derecho, lo mismo que en Sejos II, Peña Tú yTabuyo,aparece grabado un puñal que también permite datar el ídolo a finales el Calcolítico o principios del Bronce (entorno del 2000 a. C.)(6).
Como resumen gráfico de los paralelismos descritos, ofrecemos una figura, inicialmente elaborada por José Amalio Saro y Luis César Teira, a la que, a la misma escala, hemos añadido los de Outeiro do Corno, Peñalaveja y Candanedo, pudiéndose observar las diferencias de tamaño entre ellos.
¿NOS HALLAMOS ANTE UN ÍDOLO?
Aunque resulta difícil intuir el universo que se esconde tras objetos que pudieran tener cuatro mil años de antigüedad, hay elementos en ellos sobre los que van quedando pocas dudas. Es el caso de los hoyos, como el situado identificado como ojos, copiado de los seres humanos y trasladado al mundo de lo sobrenatural. Son, para unos, el “ojo u ojos del dios” y, para otros, para quienes interpretan que se trata de representaciones de la divinidad femenina, “los ojos de la diosa”, tal vez de la “diosa madre”, de poder ilimitado y, por ello, capaz de ver todo lo que estaba dentro y por encima de la tierra.
Además de los ya comentados, la existencia de este “ojo” se repite en muchos de estos ídolos, no siempre morfológicamente parecidos al de Candanedo, como son, por razón de cercanía limitadosa la provincia de León, los pertenecientes al Bronce Antiguo de Rodicol(7), Villafranca del Bierzo (8),Noceda del Bierzo (9), y Matallana de Valmadrigal (10), así como el de Manzanal del Puerto II (11), tal vez de principios del Hierro.
En Candanedo no existen grabados de armas que ayuden a la datación, pero, sin embargo, el ideograma representado se halla ampliamente extendido por el norte peninsular, incluidos los casos con armas, siendo estos últimos los que poseen claros referentes arqueológicos que permiten situarlos en el Bronce inicial, hacia el año 1800 antes de Cristo, aunque algunos autores, como José Amalio Saro y Luis César Teira (2 b), establecen un período temporal anterior al 2000 a. C. para aquellos casos de esta modalidad antropomorfa representados sin armas.
El paralelismo con las piezas descritas en el apartado anterior nos induce a pensar que la piedra grabada de Candanedo de Boñar merece la consideración de “ídolo”, si bien no siempre tales piezas corresponden exactamente a la definición otorgada por el diccionario a esta palabra: “figura o imagen que representa a un ser sobrenatural y al que se adora y se rinde culto como si fuera la divinidad misma”, sino que pudiera tratarse de representaciones esquemáticas de ancestros familiares o de difuntos considerados héroes por el clan o grupo social al que pertenecían, y a los que en algunos casos, se supone, llegaban a deificar.
Alguien, en la Edad Media, a finales del siglo XI, conocedor de que la extraña piedra todavía era motivo de culto para algunos nativos, no dudó en hacer una de las operaciones de sincretismo que aún eran frecuentes: incorporarla al templo cristiano, en un lugar disimulado pero visible, aunque, eso sí, por el exterior.
UNA HIPÓTESIS SOBRE EL SIGNIFICADO DEL ÍDOLO DE CANDANEDO DE BOÑAR
Es habitual que estos ídolos, tal y como hemos visto, estén adornados con formas geométricas, triángulos, zigzag, ondas… Tal vez parte de un mensaje sígnico difícil de interpretar, posibles símbolos santificativos de su clan de procedencia. Por su morfología y grabado quizá sea de aplicación la hipótesis que con respecto a este tipo de figuras emitió el periodista y arqueólogo especializado en el Paleolítico Alexander Marshack, interpretando que el conjunto de símbolos en zigzag, triángulos y uves podrían ser representaciones del agua, del cielo, de la serpiente, de la tierra y del tiempo, significando abstractamente los ciclos de la naturaleza, las estaciones o las lunaciones y su relación con los atributos y poderes de una divinidad femenina o los mitos relacionados con ella (12).
UN POCO DE FANTASÍA: ¿EL DIOS CANDAMO?
Un ara votiva del siglo II encontrada en el castro de Monte Cildá (Olleros de Pisuerga, Palencia) -ciudad cántabra que pudiera ser la Vellica citada por Ptolomeo-, está dedicada a Iovideo Candamo(13) y pone de manifiesto que,en este caso, bajo la dedicación a Júpiter, dios máximo de la triada capitolina romana, se halla la advocación a una deidad indígena de similar nivel y cualidades. Es así como el dios supremo a quien los nativos cántabros y astures daban culto en las cumbres de las montañas y al que aplicaban distintos nombres, Candamo, entre ellos (14), sería vinculado mediante un fenómeno de sincretismo religioso al Júpiter romano, dios supremo de los cielos, del rayo y de la tormenta.
Lo mismo ocurría en la inscripción de un ara, ya desaparecida, que Ambrosio de Morales, en su obra Viage de Ambrosio de Morales por orden del rey D. Phelipe II a los reynos de León, y Galicia, y Principado de Asturias, escrita en 1572, cita como situada al borde de la calzada que desde tierras leonesas discurría hacia Asturias por un puerto que, según Morales, se llamaba de Candanedo: “(…) está en el puerto que agorallaman de Candanedo, como también se llama el lugar pequeño allí cerca, y que antiguamente se llamaba Monte Candamio (…)”. En dicha inscripción era citado como Iovi-Candamio, es decir con un superlativo del celta Kando (blanco, claro, luminoso), convirtiendo al dios en “Júpiter luminosísimo” (15 y 16).
Este topónimo, frecuente en Asturias y en León, es también el mejor que pudo aplicarse a los altos que se extienden al este de la capital leonesa -La Candamia-, sobre la margen izquierda del Torío, tras los cuales sale a diario un sol resplandeciente y carente de brumas, desde su solsticio de invierno hasta el de verano y viceversa; lugar luminoso donde los haya, pleno de mitos y leyendas populares.
¿Sería nuestro Candanedo -recordemos que en la Edad Media es mencionado como Kandaneto- otro de los lugares dedicados al dios Candamo? La hipótesis resulta apropiada para construir una leyenda, pues nuestro “ídolo” podría convertirse en el símbolo o incluso en el rostro del dios, aunque para ello tengamos que dejar a un lado, claro está, la distancia temporal existente entre el Bronce Antiguo y los astures y cántabros-también podríamos sugerir la perduración del culto, si bien con una mutación en el nombre de la deidad-, y las tesis de aquellos investigadores de la toponimia, como V. Bertoldi (17), que defienden para Candanedo un significado del tipo ganda (pedregal o acumulación de piedras después de un corrimiento en terreno rocoso) o gandadia (utilizada por Plinio para denominar a los aluviones auríferos), que podrían aplicarse a este lugar, aunque los conglomerados poligénicos, propios de la geología local,lo son no solo aquí sino en todas las riberas medias de los ríos Porma y Curueño.
NOTAS
1.- a) Manuel Gómez Moreno: Catálogo Monumental de la provincia de León. Ministerio de Instrucción Pública, Madrid, 1925.
- b) José Manuel Rodríguez Montañés y VV. AA.: Enciclopedia del Románico en León. Fundación Santa María ña Real, 2002.
- c) Luis M. de Lojendio y Abundio Rodríguez: Rutas románicas en Castilla y León. Ediciones Encuentro. Madrid, 1995.
- d) Antonio Viñayo: LeonRoman. Zodiaque, Yonne, 1972.
2.- a) Yolanda Díaz Casado: El arte rupestre esquemático en Cantabria: una revisión crítica. Universidad de Cantabria, 1992.
- b) José Amalio Saro y Luis César Teira: “El ídolo del Hoyo de la Gándara y la cronología de los ídolos antropomorfos en la Cornisa Cantábrica”. Trabajos de Prehistoria, nº 49, 1992.
3.- Alonso Gutiérrez Morillo y Angel García Aguayo: “El ídolo de Peñalaveja (La Aguilera, Cantabria). Una nueva manifestación de arte esquemático en el monte Hijedo”. Espacio, Tiempo y Forma, Prehistoria y Arqueología, t. 11, 1998.
4.-Martín Almagro Gorbea: “La espada de Guadalajara y sus paralelos peninsulares”. Trabajos de Prehistoria, 29, 1972.
5.- a) Luis A. Grau:Guía del Museo de León. Junta de Castilla y León, 1993.
- b) Martín Almagro Basch: “Los ídolos y la estela decorada de Hernán Pérez (Cáceres) y el ídolo y la estela de Tabuyo del Monte (León)”. Trabajos de Prehistoria, nº 29, 1972.
- c) Germán Delibes de Castro y J. Fernández Manzano: “Calcolítico y Bronce en tierras de León”. Revista Lancia, nº 1, León, 1983.
6.- R. Fábregas Valcarce, J. GuitianCastromil, J. Guitian Rivera y A. de la Peña Santos: “Petroglifo galaico con una representación de tipo Teña Tú”.Zephyrus, nº 57, 2004.
7.-Martín Almagro Basch: “El ídolo de Ciudad Rodrigo y el ídolo de Rodicol”. Trabajos de Prehistoria, 26, Madrid, 1969.
8.- Tomás Mañanes Pérez: “Un nuevo ídolo de la edad del Bronce y una punta de lanza del Museo de Villafranca del Bierzo (León)”. Trabajos de Prehistoria, 32, Madrid, 1975.
9.- Martín Almagro Basch: “Un nuevo y curioso ídolo hallado en Noceda del Bierzo (León)”.XII Congreso Nacional de Arqueología, Jaén, 1971. Zaragoza 1973.
10.- David Gustavo López: Fiestas y Romerías, Tomo II, p. 195. Biblioteca leonesa de tradiciones. Diario de León. 2009.
11.- David Gustavo López y Oscar Guerra Pintor: “La estela de Santo Tirso, en Manzanal del Puerto”, Argutorio, nº 30, 2013.
12.-Alexander Marshack: The roots of civilization: the cognitive beginnings of man’s first art symbol and notation. Nueva York, 1972 (2ª edición en 1992).
13.- L. Hernández Guerra: Inscripciones romanas en la provincia de Palencia. Valladolid, 1994.
14.- José María Blázquez: Primitivas religiones ibéricas, tomo II. Madrid, 1983.
15.- Javier García Martínez: El significado de los pueblos de León. León, 1992.
16.- Julia Miranda Seoane: Contribución al estudio de la toponimia menor de la cuenca alta del Esla. Institución Fray Bernardino de Sahagún, León, 1985.
17.- V. Bertoldi: “Problèmes de substrat: Essais de méthodologiedans les dómainepréhistorique de la toponymie et du vocabulaire”. Bulletin de la Societé de Linguistique de Paris, XXXII, 1931.
Agradecimientos a:
José Manuel Valle Vega y Jesús Sánchez Jaén (historiadores y arqueólogos), por sus aportaciones al estudio del supuesto ídolo de Candanedo.