28 marzo, 2024

Autor de texto y fotos: David Gustavo López

La «quema del Judas”, costumbre de viejas raíces que condena a la hoguera al apóstol que traicionó a Jesucristo, es otra manifestación vinculada con ritos cristianos  de  la Semana Santa, si bien su origen podría  remontarse al  ancestral castigo que el hombre infringía a las fuerzas del mal y a los espíritus del invierno, mientras efectuaba su propia purificación.

La costumbre del “Judas”, frecuentísima hasta finales del siglo XIX en muchos lugares de España, todavía mantiene algunos ejemplos singulares, como el “Volatín” de Tudela, quemado y zarandeado durante el Sábado Santo en el balcón de la Casa del Reloj, o los muñecos de trapo de Alfaro, quemados el Domingo de Pascua. Esta tradición guarda enorme similitud con otras propias del Carnaval, consistentes en el maltrato y quema de un pelele que podría representar al mal personificado en Don Carnal, causante de los excesos cometidos en esos días. Es un elemento para descargar la propia culpa, como ya hicieran los romanos con el joven e inocente “rey” de sus fiestas saturnales, a quien llegaban a condenar a muerte ante el altar de Saturno. La costumbre carnavalesca se mantiene con gran arraigo en todo el Pirineo Aragonés. En la provincia de León es todavía tradicional, según expusimos al hablar de las fiestas de Antruejo, en Alija del Infantado, donde ajustician al “Gran Jurru”, y en Oencia, cuyo “Santo de Carnaval” es colocado en lo alto de un palo (llamado palo do antroido) y quemado. Y, también derivada de este símbolo del mal, proviene la quema de Doña Piñata, en Astorga.

La provincia de Guadalajara, por razones que desconocemos, guarda un sinnúmero de tradiciones ancestrales, muchas de ellas en relación con las máscaras de invierno y los mayos de primavera. Los “Judas”, sin ser lo uno ni lo otro, toman parte de ambos y todavía se celebran en muchas localidades: Sigüenza, donde cada barrio cuelga el suyo; Moranchel y Santa María del Espino, en los que se erigen “Judas” y “Judesa”, dando prueba de que la tradición deriva de los “mayos monigote”, de los que hablaremos en otro capítulo; Zaorejas, colgando un pelele de ostensibles atributos sexuales; Cogollor, Moranchel, Cifuentes, etc.

En la provincia de León, los mozos de Vidanes, en la comarca de Cistierna, colgaban hasta hace muy pocos años un pelele al término de la Cuaresma y, en la noche del sábado al Domingo de Pascua, lo arrastraban y quemaban en una hoguera, tal y como intermitentemente se sigue haciendo en Sorriba.       

Muy cerca, en Modino, también continua la tradición y, poniéndole al muñeco una cuelga de huevos vacíos -dicen que tantos como los utilizados por los mozos en la tortilla preparada para la comilona de celebración-, lo suspenden de un árbol a la entrada del pueblo, aunque reservan la quema para el día de la Virgen del Carmen, patrona de la localidad. Un poco más al oeste, en el municipio de La Ercina, los jóvenes de Acisa de las Arrimadas recuperaron en la década de los ochenta del siglo pasado la antigua tradición de colgar al Judas de un poste, modernamente sustituido por una de las farolas del alumbrado público o por el alero de una casa (ilustración nº 232). La ceremonia, que antes se hacía coincidir con el primer plenilunio de primavera, ahora tiene lugar en coincidencia con el repique de campanas en la transición del Sábado al Domingo de Gloria, permaneciendo colgado durante dos semanas, hasta que es quemado en una hoguera.

En la misma comarca de Cistierna y también en la noche del Sábado al Domingo de Pascua, Sabero continúa con la tradición del “Judas”, el cual, entre juerga y chocolatada de los y las jóvenes, es colgado en cualquiera de las calles de la villa, siendo arrastrado y apaleado por la chiquillería al día siguiente, mientras gritan: “Judas Iscariote, metido en un bote, tapao con harina, palos encima”.

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