23 abril, 2024

La Cabrera es tierra de monjes, cabreros y ermitaños, además de escaladores.

Allí está situado el convento cuyos orígenes se remontan a los siglos XI y XII, cuando los monjes benedictinos levantaron un primer monasterio del que se conserva la iglesia.

Entrada al convento

La primera instancia se consagró a San Julián, y la primera orden monástica que lo ocupó fue la de la regla de San Benito. En 1404 el monasterio pasó a la orden franciscana, época en la que queda bajo la advocación de San Antonio Abad.

La primera instancia se consagró a San Julián, y la primera orden monástica que lo ocupó fue la de la regla de San Benito. En 1404 el monasterio pasó a la orden franciscana, época en la que queda bajo la advocación de San Antonio Abad.

Durante la invasión napoleónica, el convento se convirtió en cuartel de los destacamentos franceses de la zona y los franciscanos abandonan el lugar, y no regresan hasta 1812. Tras la  Desamortización de Mendizábal en 1835 tuvieron que vender el edificio. Con el tiempo, los descendientes de Francisco de Goya se hicieron con el viejo inmueble, hasta que, ya en el siglo XX, el médico Jiménez Díaz (el de la Fundación del mismo nombre en Madrid), lo adquirió y restauró para su uso y disfrute. Al morir el buen doctor deja un testamento indicando que el convento debe volver a los franciscanos.

La iglesia del convento de hermosa simplicidad interior tiene tres naves, crucero y cinco capillas absidiales, donde se acogen algunas piezas de importante valor, como es un San Francisco del S.XVII, una Virgen con Niño de época renacentista y en el presbiterio dos pinturas, una Comunión de la Virgen del pintor Claudio Coello y un San Francisco.

El altar principal
Capilla
Una talla de la Virgen en madera del siglo XVI
San Antonio (papel pìedra)

Desde Noviembre del 2004 reside en el monasterio una comunidad de Misioneros Identes, que se encargan de su mantenimiento, restauración y cuidado del monasterio, permitiendo a todas las personas que se acercan a él, pasar unos momentos inolvidables dentro de sus muros.

En la puerta nos recibió el monje Amadeus y nos enseño los rincones llenos de encanto.

El estanque
La fuente que mando construir doctor Jiménez Díaz
Piedra conmemorativa del doctor Jiménez Díaz

A parte de su belleza, el encanto de este lugar reside en diferentes usos a lo largo de los siglos. Como convento franciscano fue eremitorio (1404 – 1530), escuela de gramática (1530 – 1570), casa de retiro (1570 – 1797), noviciado (1797 – 1801), y de nuevo casa de retiro. En cada una de las etapas han pasado personas importantes por él, como el marqués de Santillana y el Cardenal Cisneros, también personalidades importantes en letras y santidad de la Orden Franciscana, Francisco de Osuna, Antonio de Mendoza y Juan de Colmenar, entre otros, y durante un corto periodo de tiempo, sirvió de prisión clerical.

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