Por casualidades de la vida y gracias a las redes sociales conocimos a Abel Maestro García, un apasionante investigador de la historia de su pueblo Cerezo del río Tirón. La asombrosa cantidad de información histórica que nos ofreció despertó nuestro interés. Y un día, nos dirigimos rumbo a la provincia de Burgos. Esta localidad fue mencionada como una de las diez famosas ciudades autrigonas en «Geográphica de Ptolomeo». La historia de Cerezo de Río Tirón empieza en la prehistoria, etapa en la cual esta ciudad que hoy se alza en la vertiente de la Sierra de la Demanda, era una importantísima ciudad autrigona de Segisamunculum. Debido a su riqueza y a su estratégica situación entre la depresión del Ebro y la Bureba tuvo gran importancia en la época romana y en la Edad Media. La presencia romana dejó una gran cantidad de vestigios que podemos apreciar hoy. Posiblemente, fuese una vía estratégica, ya que el emplazamiento conocido como Glera de Celox es muy similar al puerto fluvial Romano de Zaragoza.
También los visigodos poblaron estas tierras usando cuevas y asentamientos rupestres como la Cueva Vieja del castillo, las cuevas del Águila, Sietefenestras y Valdemoros, algo que continuó durante la Alta Edad Media.
No se salvó esta ciudad ni del dominio musulmán bajo mando de Abderramán I y Abderramán III durante los siglos IX y X. A partir del siglo XI fueron los reyes de Castilla, Navarra y Aragón los que lucharon por su posesión, poniendo al mando de la fortaleza a sus más destacados señores.
Es una breve, brevísima historia de este gran lugar, casi desconocida en España, y Luis González Fraga y la servidora decidimos grabar un documental sobre esta «bella desconocida».
Llegamos a esta localidad sobre las nueve de la mañana, donde nos esperaban los vecinos del pueblo, amantes de la historia de su tierra, que luchan por salvar los vestigios de su grandeza. Nuestro gran anfitrión ha sido Rodrigo Tabliega García que nos acompañó durante dos días enseñando las «riquezas de su pueblo». Para nuestra sorpresa también nos esperaba el historiador del pueblo Marino Pérez Avellaneda que ha escrito varios libros sobre Cerezo del río Tirón, el ingeniero de obras públicas Alberto San Miguel Uriarte y Luis Riaño Rebuelta.
Todos juntos empezamos la ruta de los puentes romanos. Estos puentes son el de San Cirprián por donde transcurría la calzada romana Italia-Hispania que unía Tarraco (Tarragona) con Asturica Augusta (Astorga) y el de San García que serviría de acceso a Segisamunclum. En algunas investigaciones se habla que el puente de San Cirprián fue desmantelado de su sitio de origen por los árabes y colocado en el lugar donde está ahora para salvar el foso de Rudera en la entrada al Alcázar que construyeron con las piedras de los restos romanos de la gran ciudad Cesárea. Pero consideramos que es poco probable.
Después de la ruta de los puentes nos dirigimos a la iglesia de San Nicolás de Bari que habitualmente está cerrada. Una vecina nos entregó las llaves y pudimos entrar.
Es una iglesia neoclásica con tres naves sobre planta de salón y cabecera poligonal. Alberga en su interior el interesante grupo escultórico gótico compuesto por las tallas en madera de Santa Ana, la Virgen y el Niño, además de los retablos neoclásicos de San Nicolás, San Antonio de Padua y la Virgen de la Milagrosa, barrocos dedicados a San Pedro, San José y Santa Ana.
El retablo de San Antón (rococó) llama poderosamente la atención porque la túnica del santo está decorada con una cruz egipcia Tau que no está pintada, sino incrustada.
La hermosa escultura de San Miguel Arcángel representa al santo aplastando a un demonio. Lo curioso de esta escultura es que el demonio está representado como una mujer. Abel Maestro opina que puede tratarse de una «bicha», una figura fantástica, en forma de mujer de medio cuerpo arriba y de pez u otro animal en la parte inferior representando al demonio.
También encontramos joyas como un retablo con la imagen de san Martín del siglo XIV y dos figuras de San Vitores. Cuenta la leyenda que nació en la ciudad de Cerezo en el seno de una familia noble. Fue sacerdote en la iglesia de Santa María de Villalba de su propio pueblo. Entregó a los pobres todas sus bienes y decidió retirarse a un bosque cercano de la zona de Oña en la que hizo una cueva para realizar el oficio divino. Así vivió su vida eremita durante siete años. Sin saberlo que durante mucho tiempo, el Cerezo estuvo cercada por los árabes. Y justo cuando el pueblo empezaba a desfallecer por la miseria y el hambre, Dios envió a un ángel, quien le puso al tanto al eremita y le encomendó la misión de librar el lugar mediante el ingenio de su predicación, prometiéndole el martirio para que su alma estuviese en el coro de los ángeles. El rey musulmán decapitó a este mártir, pero él siguió predicando la palabra de Dios. Es una historia muy interesante que le ofreceremos en otra publicación, ya que la mezcla de la leyenda y de la realidad no nos ha dejado indiferente.
Por la tarde nos dirigimos al barrio del Castillo que es así como llaman los vecinos esta zona y no el Barrio Alto que se denomina oficialmente.
Nada más subir a la colina nos encontramos con las ruinas de la Iglesia de Nuestra Señora de Villalba que se levantó en el siglo XVI. De estilo gótico-renacentista, mantiene como principal vestigio la torre con el reloj. Si la tradición es cierta, el origen de esta iglesia se remontaría al siglo IX; sin embargo, las ruinas que contemplamos corresponden a un edificio de estilo gótico-renacentista (siglos XV-XVI). La iglesia conserva su esbelto ábside semicircular y la torre campanario, de construcción más moderna, donde estuvo instalada una campana que fue misteriosamente hallada en una mojonera del término y que hoy tañe en San Nicolás, actual iglesia de Cerezo.
Sabemos que en el año 1845 esta iglesia se consideraba la principal de las tres que tenía Cerezo, siendo cabeza de vicaría y arciprestazgo, y que fue saqueada durante la Guerra de la Independencia en los años 1812-1813. Se mantuvo funcional hasta el año 1928. Por desgracia, su magnífico retablo, en el que destacaban ocho tablas pintadas de estilo hispano-flamenco (siglo XV), con escenas de la vida de la Virgen desapareció igual que otras reliquias del pueblo.
Enfrente vimos las ruinas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Llana que fue edificada siguiendo los cánones del románico entre los siglos XI y XIII, pero apenas se conserva nada.
Es famosa por su portada románica que fue recuperada cuando iba a ser embarcada rumbo a Estados Unidos, y actualmente se conserva en el monasterio de San Juan de la capital burgalesa.
Cuando la recuperaron, parecía que estaba todo… salvo alguna cosa. Los anticuarios españoles Pedro, Raimundo y Luis Ruiz habían logrado colocar el relieve de la Adoración en la Brummer Gallery, una de las casas de arte americanas de mayor prestigio. Joseph Brummer vendería las cuatro piezas del relieve al Museo de los Claustros de Nueva York.
Avanzando por el sendero llegamos a los restos del castillo. Tras la muerte del conde de Cerezo, y también conde Álava, Álvaro Herramelliz, sus dominios se incorporaron al condado de Castilla bajo el gobierno de Fernán González y sus sucesores. Posiblemente, durante esta época se construyó un castillo sobre el antiguo Alcázar del Conde Casio, un noble mencionado en las crónicas árabes y en la Crónica de Alfonso III como «godo de nación» que vivió a finales del siglo VII y principios del VIII y gobernó un amplio territorio del valle medio del Ebro. Su conversión al islam dio nacimiento a la poderosa familia de los Banu Qasi. Se rediseñaron las defensas que ya existían en forma escalonada o de niveles para ser defendidas a caballo y se emplearon torres albarranas en todo el perímetro de las de las murallas. Con el tiempo, el castillo iba perdiendo su importancia como plaza fronteriza, y al incorporarse La Rioja al reino de Castilla, quedó apenas sin uso hasta deteriorarse por completo. Aún se ven las ruinas de su antigua fortaleza.
El día llegaba a su fin y teníamos que despedirnos de estas bellas vistas y bajar de la colina para dirigirnos a la bodega de Rodrigo donde nos esperaba una rica cena y una gran tertulia sobre los enigmas, las investigaciones y la salvación de nuestro patrimonio.
Continuará…
Sois personas muy interesantes con una mente curiosa, ha sido un placer enseñaros las piedras rotas que nos quedan de nuestra historia.
El pueblo tiene su encanto,su gente encantadora, su teniente alcalde una mujer excepcional, que tengo la suerte de tenerla en mi vida,,,que más os puedo contar que veraneo allí y merece la pena pasar por allí,,un saludo a todos ☺️😙
Hi, nice story !! The St Anthony is not the St Anthony of Padua; that one is always represented with baby Jesus on his arm. This stunning statue is St Anthony of Egypt, who lived 1000 years earlier, and is always represented with a pig and the Tau.