“A San Juan le pido que todo lo malo vuelva a su origen y lo bueno venga a mí. Atraigo la abundancia, la salud y el amor, elimino la envidia, la enfermedad y la pobreza. ¡Así es y así será, ahora y siempre!”
Se acerca la víspera de San Juan, una de las noches del año en que la magia se hace más palpable. Es también la noche más corta; o una de ellas. Hay un pequeño baile de fechas entre la festividad cristiana del Bautista y el solsticio de verano. La llegada del Cristianismo hace 2.000 años y su sincretismo con las tradiciones y creencias “paganas” hizo recaer el nacimiento de Jesús la noche del 24 de diciembre, en torno al solsticio de invierno, y seis meses antes la de su primo, hijo de Isabel, la prima hermana de María.
Tradicionalmente la llegada del solsticio ha significado renovación, fertilidad, abundancia,… Se creía que la energía vital estaba en su punto máximo y encendían hogueras para ahuyentar a los malos espíritus y asegurar unas buenas cosechas.
Hoy día, en este revival de creencias antiguas, de druidas o brujas, el ritual de las hogueras está más vigente que nunca para borrar el pasado, las energías negativas, e imbuirse del sentimiento de renovación que el fuego conlleva.
I. Levitan. Helechos junto al agua. 1895
Las hogueras se encienden al filo de la medianoche como siguiendo el ritual de la tradición celta para la cual el fuego era una forma de renovar el vínculo con sus divinidades, la unión del hombre con la naturaleza y lo sagrado: juntos la tierra y el cielo.
Actualmente los rituales de fuego son diferentes según el lugar en que se celebren pero en casi todos florecen las hogueras. En Galicia, por ejemplo, se encienden en cada casa de cada aldea de cada parroquia, en los campos, en las playas,… de manera que cientos de parpadeantes puntos de luz iluminan la noche. El ritual, allí, exhorta a saltar la hoguera veces para conseguir la protección y buena suerte. El numero 9 nos indica el final de un ciclo y la apertura de uno nuevo.
Sokolov Iván Ivánovich. Noche en Iván Kupala (San Juan). Lienzo, óleo, 1856. Museo de Bellas Artes de Nizhny Tagil
Si no hay hoguera, un pequeño fuego puede quemar papelillos en los que cada uno escribe lo que necesita dejar atrás en su vida; o algún objeto viejo, con esa esperanza de renovación para nuestro futuro. O se queman muñecos, o se pisan brasas encendidas, se baila alrededor de las hogueras o se camina con teas encendidas hasta las cosechas para purificarlas. Hay incluso expertos en leer el porvenir en las cenizas de las hogueras.
Pero no es sólo el fuego. En esta noche mágica de San Juan el protagonismo lo tiene la naturaleza, y el agua, el aire y la tierra son también parte de ella.
Meterse de espaldas en el mar o en un río a la medianoche nos traerá salud, belleza y buena suerte, a la vez que nos limpia de todo lo negativo. Pero si no estamos cerca de una playa no hay problema, siempre podemos tener un baño simbólico. En Italia, por ejemplo, se bebe el agua del rocío recogida esa noche, o se frota el cuerpo desnudo en la hierba mojada del rocío, un rocío bendecido por la magia de la noche de San Juan.
También se puede hervir agua con flores y hierbas silvestres y dejar que se enfríe a la intemperie. Por la mañana dejaremos resbalar esa agua energética sobre nuestro cuerpo, siempre imaginando cómo al caer nos purifica y nos bendice.
El fuego, el agua,… pero hay algo más, las plantas. Plantas que no sólo curan nuestro espíritu sino que también tienen propiedades medicinales para el cuerpo, unas propiedades que se intensifican si se recogen la noche de San Juan.
De hecho hay una planta cuyo uso se remonta a tiempos inmemoriales, el hipérico, también conocido como “hierba de San Juan”. Es un antidepresivo natural, antiinflamatorio, digestivo, cicatrizante,… simboliza la luz y la alegría (puede interferir con otros medicamentos, siempre debemos consultar antes de utilizarla).
Juan, que luego se colgará a la entrada de las casas como protección o se dejará en agua toda la noche para, en la mañana lavarnos con ella y así librarnos de la energía negativa.
En Galicia se recogen, además del hipérico (“a herba de San Xoan”), que aleja el mal de ojo, el fiuncho (hinojo), que protege el hogar, el fento (helecho) que facilita la conexión con los espíritus, la ruda, un escudo energético de gran poder, el romero, que aporta claridad mental, la malva, que atrae la armonía emocional y la xesta (retama) , que limpia y “barre”, las malas vibraciones.
Hay otras plantas que no debemos olvidar en esta noche mágica y que podrán sustituir en nuestro ramo a alguna otra que no encontremos: el saúco, cuyas flores aromáticas florecen por estas fechas y que, recogida el 23 de junio, nos aporta salud y protección para todo el año. O la verbena, también llamada planta de Venus, considerada una puerta hacia el mundo espiritual ; sus propiedades relajantes nos inducen a una introspección profunda y a un estado de comunión con la naturaleza. La hierbabuena, el laurel, la manzanilla, la lavanda o la hierba Luisa pueden ser otras dignas sustitutas.
Y para aquellos que descalifiquen estos rituales como supersticiones, hay que decirles que no, que son parte de memorias ancestrales y que lo que funciona es, sobre todo la intención y la fe que pongamos al realizarlos. El fuego, el agua y las hierbas harán su magia.
RECETAS
Para aquellos que en la noche de San Juan no estén cerca de una gran hoguera o de una masa de agua:
(Lo primero es recolectar las hierbas. Si no pueden ser 7, coger 3 ó 5, siempre en numero impar. Algunas de ellas son de uso cotidiano en nuestra cocina y las utilizaremos si no podemos salir a buscar otras . Montar con ellas nuestro ramo).
En un recipiente de cristal pon agua y sumerge en ella las hierbas y flores recolectadas. Déjala al aire toda la noche y al punto de la mañana, sin mirarte al espejo, lávate con ella la cara. Deja secar el ramo y colócalo a la entrada de la casa hasta el próximo año.
Quema una mezcla de hierbas secas (pueden ser las del ramo del año anterior) y pasa el humo primero por toda tu casa y después por tu cuerpo y el de los que estén contigo. Deja que se apague y sopla las cenizas hacia el exterior.
Llena con tus hierbas una bolsita de tela e incluye una hoja de laurel con tu nombre escrito. Ciérrala bien, o cósela, y llévala contigo o ponla debajo de tu almohada.
Concéntrate en lo que estás haciendo y pide el deseo que esconde tu corazón. La Magia de San Juan hará el resto.
Muy bien Paz, has dejado todo muy clarito, para eso eres druidesa