16 abril, 2024

Hace poco visité la iglesia de la Virgen de la Carrasca en un pequeño pueblo de Teruel que se llama Bordón. Es un pequeño templo religioso cuyos primeros inquilinos fueron los Templarios. Cuenta la leyenda que allá por el 1212 ocurrió un milagro en el camino real que unía Castellote con el Alto Maestrazgo. Junto a una carrasca apareció la figura de una virgen acompañada por un niño. De inmediato fue llevada hasta Castellote, pero al día siguiente apareció de nuevo junto a la carrasca. Fue entonces cuando los Templarios, que poblaban y dominaban esas tierras, se encargaron de levantar una pequeña ermita para que los peregrinos pudieran venerar a la Virgen. Con el tiempo, la ermita fue derruida con el objetivo de construir un templo mayor con el que honrar a la virgen. La veneración de la Virgen Negra fue tan grande, que alrededor de ella se formó un poblado al que los peregrinos dieron el nombre Bordón, en referencia al callado que les acompañaba en este viaje.

Iglesia de la Virgen de la Carrasca

Mucha gente afirma que es el Roslin español. No sé a qué se refieren exactamente, pero yo no diría eso. Es una iglesia impresionante, pero no la única en España que se asemeja a este estilo. El templo consta de una nave dividida en seis tramos por medio de arcos fajones en arco apuntado, cabecera plana y torre a los pies de la nave. La bóveda de cañón se construyó en el siglo XVIII en sustitución de la original de madera. Las capillas laterales que se cubren con cupulines con linterna, salvo la capilla situada en el tercer tramo del lado de la epístola, de estilo gótico, que va cubierta con bóveda de crucería de nervios y capiteles historiados. Todo el interior presenta una profusa decoración pictórica fechada en 1719.

Los frescos llaman mucho la atención por su colorido, y sobre todo por las imágenes plasmadas. El ave fénix, el cancerbero y muchos más extraños símbolos místicos. Entre estos se encuentran unas formas que se asemejan a las figuras cismáticas, una de ellas representa a una serie de ondas sonoras.

Interior de la iglesia

Una imagen nos da la pista sobre cómo se deben interpretar estos símbolos. La imagen de Santa Cecilia, marca la nota en un órgano.

Imagen del techo situada en una de las capillas

Algunos investigadores aseguran que estos sonidos favorecían la meditación y la alteración de la consciencia de los devotos. Estamos hablando de «trítono del diablo». Un trítono es un intervalo igual a seis semitonos. El intervalo es la distancia entre dos notas cualesquiera. Los intervalos se miden en semitonos.

Si avanzamos rápidamente a la Edad Media, vemos que la iglesia controlaba en gran medida la música en Europa. La vida de la mayoría de las personas giraba en torno a su fe religiosa. La Iglesia Católica hizo un serio esfuerzo por extenderse por toda Europa con una única forma de música conocida hoy como canto gregoriano en honor al Papa Gregorio. Un resultado de estos esfuerzos fue que la mayoría de las personas conocieron la música principalmente en la iglesia, y la iglesia contrató a muchos músicos para componer música para la adoración y otros eventos.

Este poder casi exclusivo sobre la expresión creativa significaba que la iglesia podía dictar casi por completo el gusto. Es difícil decirlo con certeza, pero sabemos que la primera desaprobación clara del tritón salió de los labios del teórico musical italiano Guido de Arezzo. En ese momento, Guido desarrolló el popular sistema de organización de acordes, que también era un nuevo invento en la música clásica.

Mucha gente creía que este intervalo tenía un sonido tan desagradable que la gente en la Edad Media consideraba al trítono la «obra del diablo». Os dejo aquí un ejemplo de trítono:

¿Inquietante verdad? Nuestros cerebros están sintonizados con las notas que esperan, y la música en general es más consonante que disonante, por lo que esperamos un buen acorde. Por lo tanto, cuando un acorde no es exactamente lo que se espera, se produce un efecto de inquietud. En general, el trítono aparece repetidamente en las obras del compositor francés de los siglos XII-XIII Perotin o en la colección de canciones españolas del siglo XIII Cantigas de Santa María. Este intervalo es necesario siempre que las palabras requieren un efecto milagroso, porque por su naturaleza es vivo y muestra gran fuerza al subir, pero al bajar produce un efecto muy lúgubre y triste. Por lo tanto, llegamos al hecho de que el tritón es excelente para expresar el mal, lo sombrío, lo inquietante, razón por la cual es tan querido por las bandas de metal y rock. Quizás, por las características descritas de este extraño intervalo musical, los templarios lo utilizaban en sus rituales de iniciación. Esto queda reflejado en el techo de este templo. El ave fénix representa un nuevo nacimiento de la persona iniciada y las cabezas místicas de las que salen serpientes sería el símbolo de una mente nueva.

Ave fénix

El rito iniciático comenzaba con una peregrinación. Por lo visto, el aspirante saldría del castillo de Castellote y emprendería el viaje hasta Bordón. Una vez allí era llevado hasta la secreta cripta para pasar la noche vistiendo una fina túnica blanca. Al salir de allí, tenía que pasar por los seis arcos de iniciación al son del órgano de esta pequeña iglesia.

Y al llegar al cuarto arco empezaba a sonar la música de trítono para ayudando en su meditación para que pueda sentir la unión con lo divino. Estos extraños frescos en el techo parecen una guía esotérica para entrar en trance. A la derecha de la imagen, vemos una ventana abierta que posiblemente representa la apertura de la mente. Debajo de la ventana está representado el Cancerbero, el perro de dos cabezas que está en la puerta del infierno. Posiblemente, es la parte de meditación donde la persona debe enfrentarse a sus miedos. Seguramente, cada fresco de esta iglesia tiene su sentido que no conocemos. En este arco parece que está presentada la guía para los no iniciados para que pierdan el miedo a pasar al otro lado de su consciencia.

También me ha llamado mucho la atención la Capilla de santa Lucia, llena de pinturas y esculturas alusivas a los evangelios agnósticos. Una pequeña cofradía se encargó de su mantenimiento durante siglos. En el techo aparece un pantocrátor con una bola del mundo y en ella se puede apreciar un barco y el continente americano.

Y lo que más me llamó la atención es la imagen de Per aurem intrat Christus in Mariam (Cristo entra en María por la oreja), «conceptio per aurem» (concepción a través del oído), que pocas veces podemos encontrar en las iglesias.

Es una pena que se puede visitar esta iglesia previo aviso a la mujer que la cuida y que cuenta su historia. No es tiempo suficiente para apreciar toda la riqueza de este enclave mágico. Me gustaría quedar mucho más tiempo para poder prestar toda la atención que se merece. Pero la vida es así, está formada por cortos y bellos momentos que se graban en nuestros corazones.

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