Mientras deambulaba por caminos serpenteantes y paisajes cambiantes, mis pasos me llevaron hacia rincones desconocidos y encantadores. Un día de octubre, mi camino me condujo hacia un pequeño rincón escondido en la provincia de Alicante. Fue entonces cuando descubrí el pequeño pueblo de Agost. Sus calles empedradas y estrechas, adornadas con macetas rebosantes de flores de colores vibrantes, me dieron la bienvenida. La gente, con sus sonrisas cálidas y su hospitalidad innata, pronto me hizo sentir como en casa.
Fui a este pueblo para participar en un Congreso de Misterio que organiza Manuel Martínez, nuestro querido «Security Man» con el apoyo del alcalde del pueblo, Juan José Castelló Molina.
Fuimos varios que visitamos este pueblo por primera vez y teníamos muchas ganas de conocerlo. Pues este gran Alcalde nos ofreció hacer una ruta por el pueblo antes de que empiece el congreso. No había más que hablar, el domingo, a las 08:30 de la mañana, nos encontramos con Juanjo (Alcalde) Y Manuel (Security Man) y emprendimos nuestra ruta por el pueblo.
El corazón ancestral de este pueblo se despliega majestuoso en la cima de la colina que lo cobija, revelando vestigios que remontan a la época íbera. Entre los tesoros descubiertos, destaca la presencia imponente de la Esfinge de Agost, una reliquia que atestigua su legado milenario. Además, se han identificado restos de la época romana, añadiendo capas de historia a este fascinante enclave.
Sin embargo, fue durante la era árabe cuando este lugar floreció, alimentado por sus pródigos depósitos de arcilla. Este recurso, con el paso del tiempo, dio forma a una industria alfarera de renombre, otorgándole un lugar destacado en el ámbito artesanal. Por esta razón, yendo por estrechas calles, visitamos alfarerías antiguas y casi destruidas que nos recordaron los tiempos remotos y el ajetreado bullido de los artesanos.
Las estrechas calles nos llevaron hasta el Museo de Alfarería que alberga Agost.
De allí nos fuimos a la alfarería de Roque Martínez y Carmen de la Fuente que ha sido tan amable a venir un domingo para enseñarnos que la tradición sigue viva.
De allí nos fuimos a la plaza del pueblo. En el corazón de este tesoro escondido, una plaza acogedora se convertía en el epicentro de la vida local. Allí, la gente compartía risas y vivencias, tejiendo historias que se entrelazaban con la melodía suave de la fuente de piedra.
La fuente de la plaza de España, erigida en el año 1786, ha sido un punto de encuentro emblemático para la comunidad local, donde los residentes solían acudir con sus cántaros en busca de agua.
Debido a su ubicación central en el corazón del municipio, esta fuente ha sido testigo de los momentos más significativos en la vida de la sociedad agostense, tales como la danza durante las festividades de les Danses del Rei Moro y el Arranc de festa de Moros y Cristianos, entre otros eventos destacados.
La reciente revitalización de la plaza ha realzado la importancia de la fuente, consolidándola como un elemento esencial en la rutina diaria de la población. Ahora, más que nunca, esta fuente no solo es un símbolo histórico, sino también una parte fundamental de la vida cotidiana de la comunidad.
La Fuente del Abrevadero, ubicada en las cercanías de la Rambla del Rugló y contigua al lavadero municipal, representa la reliquia más antigua de Agost, datando su construcción alrededor del año 1699. Su propósito inicial era servir como abrevadero para el ganado y suministrar agua tanto para el consumo doméstico como para las primeras alfarerías establecidas en sus cercanías.
En la piedra de la fuente, se aprecian claramente las marcas dejadas por el apoyo constante de cántaros, revelando así la huella indeleble del uso continuo que se le daba a este lugar tan significativo.
Pero lo que más me llamo la atención es que un pintor local, Enrique Jordá, ha embellecido las calles de este pueblo tan entrañable con imágenes curiosas e inolvidables.
El lavadero se abastece con el excedente de agua proveniente de la Fuente del Abrevadero, que fluye por gravedad hacia las cuatro pilas que aún se mantienen en la actualidad. En la pilota más próxima a la fuente, se realizaba el enjuague de la ropa; la segunda se destinaba para el lavado de prendas blancas, la tercera para las de color y la cuarta se reservaba para lavar las prendas más sucias.
Y que decir de la comida tan rica y típica del lugar que degustamos durante estos días. Hemos comido en el restaurante Nou Palacio. Su dueño nos sorprendió con platos esquistos, y no se puede olvidar el coñac al que nos invitó de 50 años. ¡Qué más se puede pedir!
También tuvimos la oportunidad de comer un «Gazpacho» que no se parece nada al andaluz y que le preparan muy rico en el restaurante Dori. Fue una de las veces que disfruté comiendo sin saber ni que era. Muy rico todo, y sobre todo la Coca.
En el restaurante El Escultor pudimos las patatas bravas, son muy especiales y muy apetitosas.
Casi se me olvidaba algo que me apasiona desde siempre – las brujas. Pues resulta que en este pueblo en la torre de la ermita de Santa Ana hay una «cara de la bruja». Mi júbilo no tenía límites…
Lamentablemente, llegaba el tiempo final para nuestra ruta. Debíamos volver al congreso, y nos quedaron tantas cosas por ver… Hacía falta, por lo menos, unos tres días más para ver lo que ofrece este pequeño pueblo con menos de 5000 habitantes.
La esencia del encantador Agost reside en la pureza de sus tradiciones y la simplicidad de su día a día. La gastronomía, con su mezcla de sabores auténticos y exquisitos, era un viaje de deleite culinario, envuelto en el amor y el cuidado de la gente de Agost que nos acogieron con tanto cariño. Pero lo que deja la huella imborrable en el corazón, es la gente de este pueblo que llevaré en mi corazón para siempre.
Mi encuentro con Agost fue un capítulo inolvidable. Este rincón, alejado del bullicio del mundo, me regaló instantes impregnados de autenticidad y una conexión profunda con la esencia misma de la belleza y el romanticismo que solo España puede ofrecer.
Espero volver pronto…
Maravillosa crónica, como todo lo que haces, Mercedes 😍
Muchas gracias, Pedro. En cada lugar que visito, dejo un pedacito de mi corazón allí.
Mercedes nos sentamos muy orgullosos de haberte conocido y que estuvieras en nuestro pueblo que es el tu
Y agradecerte en nombre del pueblo de Agost la magnífica reseña nuestro pueblo
Te queremos mucho