Por Felipe Perea
En el pueblo de Coiro, en la mágica Península del Morrazo, también conocida como la Península de las Brujas, se yergue en un montículo el imponente campanario Barroco de San Salvador de Coiro, lugar mágico de Brujas, campanas que llaman a aquelarre y de ánimas errantes, antiguo lugar de la mal llamada “Galicia profunda”, cuya fama y leyenda han llegado hasta nuestros días.
Las Brujas de Coiro
Ya en 1745 el famoso Padre Sarmiento nos decía esto:
Se dice que las brujas se reunían al pie de una fuente en el arenal de Coiro, y que la campana servía para conjurar a las brujas y exorcizar a la «estadea» o «compaña» de ánimas del Purgatorio. Se creía que esta campana tañía por sí sola cada sábado para convocar al aquelarre (…).
Al parecer, la cercana Playa de Coiro, en la zona conocida como «Áreas Gordas», al pie de una fuente, las brujas celebraban un aquelarre, sobre todo la noche de San Juan, para llamar a las ánimas errantes de la zona.
El protagonismo de la Campana de la Iglesia de Coiro era el principal, ya que tañía para llamar a dicha reunión Brujeril; dicha Campana se hizo famosa porque «tañía sola», tal y como lo atestiguó el Padre Sarmiento en su libro Viaje a Galicia (1745), el mismo Padre dibuja unos símbolos que aparecían en la base de dicha Campana, y que el mismo advierte como supersticioso y de protección contra las Brujas, y que al parecer realizo el mismo Campanero de Coiro.
*El símbolo de la estrella de cinco puntas invertida, «que es supersticioso, y es el ‘Sigillum Salomonis’, y del cual dicen que es bueno contra brujas y hueste, etc.
Son muchísimos los autores que hablan a lo largo de los siglos de la relación entre Coiro y las Brujas, como en Historia de Vigo y su Comarca (Santiago Gómez, 1896) y más recientemente el mismísimo Juan G. Atienza, en su Guía de la España Mágica, nos dedica parte de la Ruta por la Península del Morrazo a esta enigmática Iglesia:
Las brujas de Cangas son una tradición muy especial dentro de la gran tradición brujeril gallega. Porque allí, muy cerca del pueblo, en el arenal de Áreas Gordas, que pertenece a la parroquia cercana de Coiro, se reunían en los días clave de aquelarre, convocadas por una campana que tañía sola en la iglesia y que el padre Sarmiento tuvo ocasión de ver allá por 1745.
Muchas de aquellas mujeres, de las que Cunqueiro asegura que no fueron más que pobres locas perturbadas por el asalto berberisco, terminaron sus días en los calabozos inquisitoriales, como la pobre María Soliña que cantó Celso Emilio Ferreiro en un poema que casi se ha convertido en canto nacional gallego.
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Nos areales de Cangas,
Muros de noite se erguían:
Ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As ondas do mar de Cangas
acedos ecos traguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As gueivotas sobre Cangas
soños de medo tecían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Baixo os tellados de Cangas
anda un terror de agua fría:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
María Soliña y las verdaderas «Brujas».
La Historia de María Soliña (desgraciadamente esta si es verdadera), nos retrotrae a la Galicia más profunda y supersticiosa, en un hecho digno de la España Negra.
Jesús Calle, en Breve historia de la Brujería, nos dice:
A este aquelarre asistía María Soliña de Candas de Morrazo, que fue acusada de ello en 1621, cuando contaba con 70 años de edad, con declaraciones de varias personas que desencadenó una persecución brujeril en la parroquia de Coiro. Las encausadas alegaron que eran viudas y que tan solo se reunían al toque de la campana en 1617 para charlar. «No sirvieron de nada sus alegaciones. Solo tras ser torturada declaró ser bruja. Fue sentenciada en enero de 1622 a reconciliación y confiscación de bienes que no tenía, obligándole a llevar sambenito por seis meses.
Mucha gente del pueblo afirmó que esta persecución y tortura fue simplemente fruto del odio, la envidia y la venganza entre vecinos e Iglesia contra mujeres que practicaban rituales de sanación y curanderismo (como era muy habitual en la época por la escasa presencia y el poco desarrollo de la medicina), todo ello unido a la intención de la Iglesia de reafirmarse en unos lugares con muchas reminiscencias todavía paganas y que pretendía «dar una lección» a aquellos que se salieran o ignoraran el poder eclesiástico, y que en este caso usaron a unas humildes viudas curanderas como «cabezas de turco».
Lo más probable es que detrás estuvieran otros intereses muy mundanos, como los denominados “derechos de presentación”, en estos derechos los sucesores del fundador de una iglesia podían proponer a su titular cuando quedara vacante, y a su vez participar de los beneficios que aquella generara, con lo que quedaba muy claro los intereses económicos que había detrás de esta infame farsa. Así, la misma María Soliña se sabe que tenía derechos de presentación en las vecinas Aldán y Moaña,
No solo María Soliña fue víctima de los intereses económicos de algunos indeseables, conocemos también el nombre de otras «brujas» que sufrieron esta injusticia, así. Otras mujeres como Catalina de la Iglesia, que confesó bajo tortura haber asesinado a cinco niños, Elvira Martínez, Teresa Pérez, María dos Santos... y otras muchas que fueron ajusticiadas por la avaricia y maldad humana.
Sirva este pequeño artículo como homenaje a estas mujeres y su memoria, y para que esta no caiga en el olvido.
Muy bien Felipe. Me senté largo rato en las escaleras que suben a la torre, esperando oír la campana que algunas juran oír incluso ya sin campana, pero como no era sábado no sonó. Tendré que volver
Hola Ana, yo también, quizá porque era después de comer y el campanero estaba echado a la siesta. Pese a todo lo solitario del lugar merece una visita.