10 octubre, 2024

Por Mary Carmen de Vicente

Desde el 12 de mayo las gentes de Madrid -y quienes quieran venir- estamos de fiesta. Este 15 de mayo de 2023, además del día de nuestro patrón, concluye el Año Santo de San Isidro, declarado por el papa Francisco en 2022.

Se conmemora con alegría la fecha de su canonización en 1619, tras siglos siendo ya santo para el pueblo. Y es que nació el bebé Isidro en 1082, en esa Magerit todavía árabe, fundada en el siglo IX por Muhammed I.

Árabes o cristianos, de un sitio o de otro, Madrid era y es un lugar de encuentro, un espacio abierto, salpicado de detalles costumbristas que enamoran. Os cuento algunos.

15 de mayo, más allá de la historia: nuestras historias

Es bien conocido el origen de san Isidro y sus 438 milagros. También el programa de fiestas, los conciertos y tradiciones como «Gigantes y Cabezudos». Iremos a pie de calle. O de pradera.  

Madrid no tiene las espectaculares festividades que cabría esperar de una gran ciudad. Es un sitio de callejuelas y rincones, de música y baile a todas horas; en resumen: de verbenas. Y a mucha honra, lo pregonan a ritmo de chotis:

Si en Valencia tienen Fallas,

y el encierro en San Fermín,

que nos dejen, por lo menos

las verbenas en Madrid.

La vocación religiosa y la festiva conviven sin problemas en el espíritu madrileño. Las verbenas de San Cayetano y La Paloma tienen sus parroquias muy cerca de donde se venera a San Isidro, en la calle de Toledo. A quienes vayan a rezarle, no les hables de la Colegiata de San Isidro, ni Concatedral, ni nada por el estilo. Para muchos, la Catedral de la Almudena “no es”.

Devotos también de Nuestra Señora de la Almudena, este delicado asunto de la catedral es un rasgo distintivo de los autóctonos, como no decir jamás Plaza de Canalejas ni pronunciar Fernando VI como el resto de madrileños. Y poco más, porque Madrid siempre ha sido para todo el mundo, como lo es la Fiesta de San Isidro.

STREET FOOD llaman ahora a los puestos de comida en la vía pública. Aquí hace siglos que comemos en la calle; desde lo mejor de la vaca, como los pepitos (es un filete), a lo más oculto, el bocadillo de entresijos (no lo desvelamos, no vaya a ser que te dé reparo y te quedes sin probarlo).

El postre en los quioscos genera grandes divisiones: ¿eres de churros, o de porras?, ¿eres de listas, o de tontas?  Bienvenidas sean las golosas creaciones de la gastronomía madrileña, pero las rosquillas originales eran solo dos: tontas y listas. Ni siquiera las de Santa Clara lo son.

En los puestos dan de beber limonada y vino. La llegada de la cerveza permitió nuevas divisiones, en especial entre los defensores de la clara, con limón o gaseosa (se decía “con Casera”).

Sonja y Raúl Perera en la fiesta de San Isidro

Son poco amigos del agua los participantes de las fiestas, a no ser que sea la del Santo. Es obligado visitar su ermita y hacer un esfuerzo por beberla: todos los madrileños dicen que es milagrosa. Y quien no es creyente la bebe también, “por si acaso”.

PÍCNIC a la madrileña es lo que se hace en La Pradera de San Isidro. Las colaciones en La Pradera se documentaron por primera vez a finales del siglo XV, “gracias” a que Isabel la Católica fue atacada por un oso, cuando acudía en peregrinación a la ermita.

Se sigue llevando la estrella de nuestros pícnics: el filete empanado, por supuesto, de ternera. Mucho más caro que lo demás (las imprescindibles ensaladillas, croquetas y tortillas de patata), los aportaban las familias prósperas. Los amigos se sentaban en torno al mantel extendido sobre la pradera, se ponían todos los alimentos en una fuente enorme y cada cual iba sirviéndose. En la posguerra española estaba el FILETE DE GOLFO. Había quienes hacían la golfería de prepararlos con hígado; quedaban perfectamente camuflados bajo el empanado. Al mezclarse con los demás, nunca sabrían quién habría sido cuando alguien exclamara “Pardiez, ¡me ha tocado un filete de golfo!”. Era una lotería.

Hablando de loterías, hay que aprovechar la oportunidad para darle a la rueda de los barquillos. No es que haya mucho premio, pero es encantador que sobreviva esta tradición. Aunque sea para poner una foto en Instagram, hazlo.

INDIE llaman a la música independiente, como la de nuestros organilleros y organilleras. También sin discográfica que les ampare, cada cual a su aire, libres como Madrid. Cambian de sitio, pero se encuentran por cómo atraen con esa cadencia alegre que da el chotis.

¿Que es difícil bailar sobre un ladrillo? Nada comparado con el rol tradicional femenino de marcar las vueltas. En ese chotis apretao y cimbreao de mis abuelos, la mujer es quien lleva el asunto… sin ella, seas manolo, seas majo, seas chulapo o seas chispero, te estampas contra el suelo. O en un charco. Porque la pradera sin algo de barro no es lo mismo.

No te refugies en no saberlo para no bailar. Total, es una reinvención muy nuestra de lo venido de otros sitios, como tantas cosas en Madrid, siempre tan acogedora. Y te diré un secreto: poca gente sabe ya bailarlo bien. Por aquí nadie te considera “de fuera” por no conocer nuestras costumbres o no ponerte determinada ropa.

Yo te diría: baila lo que quieras, viste como quieras. En el siglo XIX nuestros trajes se impusieron en Lavapiés, Malasaña y Maravillas para alejarse del estilo afrancesado imperante. Este origen reivindicativo lo dice todo. Eso sí, si te llevas un mantón, o una parpusa (o las dos cosas, que aquí somos muy abiertos)… lo vas a pasar todavía mejor. BAILA. COME. BEBE. JUEGA. RÍE. VIVE… SAN ISIDRO. ¡QUE SÍ!

Sonja Perera de chulapa con una barquillera

4 thoughts on “Fiestas de San Isidro, santo de virtuosos y de golfos

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